Esta es la historia de cómo, al volver de viaje, me dio parálisis de Bell y perdí el movimiento de la mitad de la cara. Técnicamente esta anécdota no es de algo que me pasó durante un viaje, pero sí fue a causa de un viaje.

Era enero del 2019 y volvíamos de pasar las vacaciones de Navidad fuera. Como cualquier persona vuelve de viaje tras 9 horas de vuelo (podría ser peor), lo primero que quería hacer al llegar a casa era ducharme y dormir. Pero no sabíamos que la caldera nos tenía preparada una sorpresita de bienvenida…

Al llegar la casa estaba helada, obviamente, pero además llegamos a España el mismo día que una ola de frio polar. No sabíamos lo que nos esperaba hasta que fuimos a encender la caldera y… ¡la caldera no arrancaba! Después de intentarlo un rato, decidimos llamar al servicio técnico, quien nos dijo amablemente que se pasarían en unos 3 días.

¡3 días! ¡Teníamos que sobrevivir en polo norte durante 3 días! Sin agua caliente, sin calefacción, sin ducharnos, con jet lag, con la casa a 5 grados…

Como no queríamos morir en el intento, encendimos la chimenea para poder dormir todos juntos en el salón. Nos veíamos como en “El día de mañana”, durmiendo con mi abrigo canadiense en el sofá, alrededor de la chimenea. La casa estaba tan fría, que mi madre pensó que la nevera se había estropeado porque la notaba “tibia”.

el dia de mañana

Después de tres días y dos noches de pasar frío, por fin llegaron a arreglar la caldera y pudimos volver a movernos por la casa sin morir congelados.

A todo esto pensaréis, ¿qué tiene que ver esto con tu cara? Pues veréis, durante esas dos noches durmiendo en el salón, no me puse gorro y eso fue un grave error… que desencadenó en todo lo que viene a continuación.

Visitas médicas

Empecé a tener dolores de oído a la semana de llegar a España. Fui al medico para ver si tenía algo y me dijeron que no me pasaba nada. A los días empecé a notar que el oído que me dolía también estaba perdiendo audición. Luego, de repente, me dio vértigo. El vértigo era tan fuerte que no podía abrir los ojos, ni podía comer. Estuve en la cama todo el día agarrándome al colchón para no caerme.

Al día siguiente, viernes, ya estaba mejor y fui al otorrino. Me hicieron pruebas de todo tipo y me miraron con cara de que estaba loca. “¿Quién te ha dicho que no oyes bien?” me preguntó la doctora. Yo a estas alturas ya me estaba hartando de ir al médico porque nunca me enfermo de nada, y ahora que estaba enferma nadie era capaz de decirme lo que me pasaba.

El sábado me sentí bien y el domingo salimos a comer. Recuerdo la extraña sensación de comerme un mejillón y notar los labios raros, hormigueantes, como si no pudiera abrir la boca del todo.

El lunes por la tarde tenía cita con el médico (otra vez) porque el dolor de oído no se me quitaba del todo. Estuve todo el día sintiendo el labio raro, como cuando vuelves a casa después del dentista y todavía tienes la boca dormida. Al lavarme los dientes sentía que no podía cerrar la boca del todo para enjuagarme.

Durante la cita, le expliqué todo al médico mientras él escribía en su ordenador. Cuando le conté sobre el hormigueo, él me dijo “puede ser por alergia a algo, ¿qué has comido?” y yo le dije “no, no, ya sé que es muy raro, pero siento el hormigueo sólo en una mitad de la boca”. Entonces me miró, puso cara rara y me preparó un papel para ir directamente a las urgencias del hospital.

Urgencias

Cuando vas a urgencias tienes que prepararte mentalmente para esperar durante horas. Llegué, entregué mi documento del médico, pasé el primer chequeo y estuve sentada durante casi tres horas y media para poder pasar con el siguiente médico. Yo a en esos momentos no sabía qué le pasaba a mi cara, no sabía cómo me veía ni nada.

Mi ticket de urgencias

La doctora me pidió que hiciera varias muecas: sacar la lengua, mirar hacia arriba, cerrar los ojos, parpadear, soplar… Yo pensaba que hacía todo bien, pero no, la mitad de mi cara ya no se movía con normalidad.

La farmacia

El martes por la mañana volví al médico para que añadiera los medicamentos a mi tarjeta de la seguridad social, porque en urgencias al parecer no lo hacen.

Ese día la mitad de mi cara ya estaba casi paralizada completamente. No podía parpadear normal y al hablar parecía que la mitad de la cara que tenía movimiento tiraba del lado paralizado.

Me recetaron de todo. Valaciclovir para el virus, Prednisona para la inflamación del nervio, gotas lubricantes para el ojo (porque no lo podía cerrar), pomada de noche para el ojo, parches de ojo para dormir (y no dañarlo sin querer)… Me llevé la farmacia entera.

Al llegar a la farmacia y pedir mi medicina, la farmacéutica empezó a darme recomendaciones. Era algo extraño, me asustaba y me daba esperanzas a partes iguales. Me decía «ten cuidado con el ojo, cuídalo bien, recuerda echarte las gotas» y luego decía «pero esto es algo que pasará, no te preocupes, tómatelo con calma» y justo después decía «pero tómatelo en serio, hay que tener mucho cuidado».

La recuperación

Recuperar la movilidad completa de la cara es un proceso lento en el que necesitas tener mucha paciencia. Hay personas que se recuperan en un mes, otras que se recuperan en 6 meses, un año o que nunca recuperan el movimiento del todo.

Los especialistas evalúan la severidad de la parálisis facial con la escala de House-Brackmann. El grado I es un movimiento normal de la cara y el grado VI es una parálisis total. Yo estaba en el grado V, disfunción severa, no podía parpadear, no se me arrugaba la frente y no podía mover la mitad de los labios.

El problema de la parálisis de Bell es que no se conocen exactamente sus causas. Puede ser causada por el virus de la varicela, el VIH, la enfermedad de Lyme o una infección de oído. Hace unos meses cuatro voluntarios de la vacuna del Covid-19 sufrieron de parálisis de Bell. Como podéis ver las cuasas de la parálisis son bastante aleatorias.

Tardé en recuperar el movimiento completo de la cara un mes y medio, más o menos. La parálisis de Bell afecta los nervios de la cara que controlan el movimiento muscular, por lo que hay que reeducar y estimular los nervios para que vuelvan a funcionar. Tuve que darme masajes y realizar ejercicios a diario tres veces al día. Al principio no ves resultados y puede ser un poco desesperante, pero poco a poco la cara va mejorando.

Aunque no se siente dolor, a veces es incómodo ver cómo te miran otros. Salir y quedar a comer no era un problema, pero fui a una entrevista de trabajo mientras tenía la cara paralizada y fue horrible. Las personas que me entrevistaron estaban más concentradas en mirarme la cara que en la entrevista.

Si habéis llegado hasta aquí, os merecéis un gif de mi cara:

Y esta fue la historia de cómo se me paralizó la mitad de la cara al volver de viaje.

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